Aún cuando hoy en día las relacionamos probablemente con la muerte, las ánforas fueron desde sus comienzos, contenedores muy funcionales que permitieron transportar y almacenar líquidos, entre los cuales el vino era en su mayoría el contenido de preferencia.
Observar imágenes de ellas hoy es un verdadero placer. Las hubo de metal, piedra y vidrio, sin embargo fueron las de cerámica las más reconocidas. Son auténticamente parte de la historia visual del vino, tanto gracias a su rol en eventos y ceremonias, como a su relevante participación en la vida cotidiana
En algunas de ellas existe además plasmada una fracción de esa historia, en hermosas y singulares gráficas y cada una de ellas incluyendo formas muy sugerentes. En términos de colores, el negro, amarillo, blanco, arcilla y ocre están siempre presentes, quizás ésta no es una paleta muy diversa, pero sí sumamente memorable.
Sin duda todas las ánforas son un ejemplo de testimonio concreto, de la importancia que tuvieron para algunas comunidades antiguas y nos permiten, a quienes hoy nos vinculamos de alguna manera a la cultura del vino, conectarnos con el transportar, comerciar y beber vinos de otras épocas, lo cual es no sólo interesante y educativo, si no también muy revelador de simpleza y naturalidad.
¡Salud!
IdV.
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Comentarios (4)
Interesante post, el vino unido al arte!
Muchas gracias!!! Salud a ustedes 🙂
Muy interesante la combinación del arte con el vino.
Muchas gracias!!! Salud-os