Beber Champagne es un placer, qué duda cabe al respecto, pero compartir una copa con el ser amado, lleva al placer a otro nivel, uno donde todo parece posible, hasta lo más impensado. No sólo nuestras ataduras se disuelven en ella, si no que las ideas (¡e intensiones!) se elevan suavemente hacia la superficie, acompañadas del vaivén ascendente de las burbujas.
En este poema llamado «La Zarza de Moisés (Champagne)» de Pedro Jesús de la Peña, no cabe duda que la pasión desborda intensamente, «desbocada», mas al mismo tiempo, nos transmite inequívocamente cierta melancolía y por supuesto desventura del momento vivido…
Les dejo aquí estos bellos y sentidos versos. Espero que ustedes lo disfruten, quizás junto a una copa de Champagne, o porqué no, junto a su ser amado.
IdV.
Sube la espuma del champagne : con ella sube
el ansia del amor ya turbia y desbocada.
Una mano azarosa derriba la botella
y los regueros del champagne, fundidos,
son burbujas que alfombran nuestros cuerpos
rendidos y anhelantes, en donde mecemos
la persuasión de vida que alivie nuestra nada.
Sueño sin ser son estos brazos que ciñen
tu cintura, que acarician tus altos pechos
y desembocan en el insomnio del placer.
Vida inconsciente, pero al cabo vida
que se anega en alcohol y en desengaño.
Toulouse-Lautrec pintaba monstruos
en el Moulin : nos pintaba a nosotros.
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