El Brindis del Bohemio de C. Pezóa Véliz
Pareciera que no fue el propósito del autor arrastrarnos al jolgorio y efervescencia con este brindis, si no hacernos reflexionar con una mirada más permisiva y comprensiva, aquello que conlleva el acto de brindar. Esto, cuando el mismo ya no está particularmente tan relacionado con celebrar, si no con mitigar o adormecer la realidad, que se debe enfrentar.
No obstante, hay algo en estos versos, que sin querer hace que no adoptemos la posición de jueces, y que por el contrario, consiguen iluminar la tristeza y melancolía de sus imágenes. ¿Qué puede haber de malo en alguien que bebió más de la cuenta, cuando lo hace para aturdir su dolor? ¿Qué daño puede provocar una mirada sublime o un beso embriagador, si son por amor? ¿Qué mal puede provocar el vino si se emplea al celebrar la Eucaristía o si permite que los poetas, puedan escribir tan hermosa poesía?
Los invito a leerlo y seguro, les provocará más de una respuesta.
Salud.
IdV.
No escupáis a los beodos que perecen
Aturdiendo en el vino sus dolores
Si odiáis a la embriaguez odiad las flores
Que ebrias de sol en la mañana crecen.
Los ojos de las vírgenes ofrecen
La sublime embriaguez de los amores
Y los besos báquicos licores
Que al caer en los labios… ¡estremecen!
Embriagada de luz, Ofelia vaga
En las sombras de un campo desolado
El sacerdote en el altar se embriaga
Con la sangre de Dios crucificado
Y el poeta mirando de hito en hito
La gran pupila azul del infinito.