¡Alegría, alegría!
Debemos convenir que ver caer o estrellarse una copa de vino y luego el desintegrarse de ésta en el suelo, no es de aquellos espectáculos favoritos de contemplar. Menos aún, cuando la misma contenía algo de nuestra bebida favorita, que disfrutábamos o esperábamos disfrutar. Ciertamente la situación puede incluso sonar más grave, cuando existe algún riesgo colateral, ya sea producto de los trozos de vidrio o cristal resultantes, o por el «recuerdo» que puede dejar, el líquido vertido en una o múltiples direcciones…
Ahora bien. Mirar esta fotografía, así como otras que muestran el instante exacto, hace parecer al hecho increíble, alucinante. Cada gota que se aleja del centro de acción, cada trozo de sólido que adopta su propia trayectoria, hipnotiza al punto de hacernos sentir la fuerza del impacto. Me atrevería a decir que esa fragilidad del momento, provoca sensaciones que son decididamente inquietantes. No sé a ustedes, pero el vértigo que esto provoca pide dar un paso más, ir en busca de la siguiente imagen, esa de la cual conocemos el resultado, mas cuyas expectativas ahora desde esta perspectiva, parecieran ser bastante más auspiciosas…
En fin, les dejamos otra fotografía del autor y por supuesto la exclamación que en algunas culturas, sigue al hecho mismo del accidente y que eleva consiguientemente sus consecuencias a un nivel por el contrario mucho más auspicioso: «¡Alegría, alegría!».
¡Salud!
IdV.
Fotografías de Karl Taylor (https://www.karltaylorphotography.com)