El lenguaje es vino sobre los labios.
Qué frase más sencilla y palabras más directas, precisas, desprovistas de adornos. Realmente dan para pensar.
El vino, como toda bebida, humedece los labios, los suaviza, pero a la vez los tienta a abrirse, a liberarse del control y rigidez. Con su temperatura justa y textura envolvente, se deja querer y los labios, en un acto de generosidad, le permiten entrar, a pequeños sorbos, a los abismos cálidos y expectantes de la boca.
El lenguaje, bueno qué puedo decir yo que no haya sido perfectamente dicho antes. Es el sistema relativamente estructurado, que tenemos los seres humanos para comunicarnos, para expresar lo que pensamos y sentimos, y darnos a entender, cosa que no siempre es fácil ni evidente.
¿Y el vino y el lenguaje pueden ser semejantes? Bueno, porqué no, si ambos tienen esa habilidad innegable de hacerse tangibles, adquirir sentido en la presencia del otro. Son hábiles al embriagarnos, con calma y sin prisa, además de ser escurridizos y hábiles al liberarnos de nuestras ataduras y mordazas…
Sin duda una bella frase de una mujer sumamente especial, brillante y oscura al mismo tiempo, tremendamente sensible, pero nada débil y por cierto muy luchadora, tenaz y lúcida.
¡Salud!
IdV
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